El libro de Ester es familiar para muchas personas como una emocionante historia de una heroína judía arrebatada de la oscuridad y presentada en la escena del mundo donde ella ayudó a cambiar el curso de la historia.
Los exiliados de Judá habían pasado setenta años como cautivos de los babilonios. Después de la derrota de Babilonia, el victorioso rey persa, Ciro, dejó libres a esos cautivos (2 Crónicas 36:23). Muchos, aunque no todos (Esdras 2, Nehemías 7), se aprovecharon de este derecho a regresar. Otros permanecieron en Persia. El hecho de que algunos de los exiliados se hubieran adaptado a vivir en una economía sana puede haber jugado un papel en la decisión de algunos cautivos de Judea de permanecer. Sin embargo, la riqueza no era lo único que motivaba a los judíos a permanecer en el extranjero. Algunos que permanecieron en Persia como Daniel y Ester, se convirtieron en poderosos testigos del único Dios verdadero. El Señor coloca a Daniel (605-536 a.C.) en la más alta posición gubernamental en Babilonia y más tarde en Persia. Ester, en los acontecimientos descritos en el libro que lleva su nombre (483-473 a.C.) formó la política pública en las maneras que proporcionaron seguridad y éxito para los judíos a través de Persia.
El libro de Ester hace un estudio fascinante e iluminador. Los «actores» están elaborando un drama que representa, en “parábola” el propósito de Dios con Israel y todas las naciones. Ester ocurrió durante el período persa de historia mundial, alrededor del 539 a.C. (Daniel 5:30-31) hasta alrededor del 331 a.C. (Daniel 8:1-27).
Este libro registra una de las tantas liberaciones que los judíos experimentaron en su historia. Los descendientes modernos de los judíos leen este libro durante la fiesta de Purim en memoria de aquella liberación. Nos ofrece un buen ejemplo de la providencia de Dios, quien predice lo que va a ocurrir y cuida a sus hijos.
William Rawson 2015